La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas, provocada por uno o varios trastornos que predisponen al cerebro para generar convulsiones recurrentes, que tiene consecuencias no sólo neurobiológicas, sino también cognitivas y psicológicas.
Se hace el diagnóstico de epilepsia cuando el paciente ha tenido dos o más crisis espontáneas a lo largo de su vida.
Hay que aclarar que las crisis epilépticas «no siempre se manifiestan como una convulsión”.
Aunque todas suelen ser de comienzo brusco, repentino y con una duración de segundos o de pocos minutos, en muchas ocasiones los pacientes presentan crisis más sutiles en las que predomina una desconexión parcial o total del medio y en las que los fenómenos motores con los que habitualmente asociamos a esta enfermedad como sacudidas, temblores o movimientos más complejos, como los automatismos son escasos y no son el fenómeno prominente.
Crisis epilépticas se producen por una descarga anormal y exagerada de ciertos grupos neuronales del cerebro. Para que las descargas neuronales anormales desencadenen crisis epilépticas deben tener lugar una serie de procesos:(sincronización, amplificación y propagación de las descargas).
Otros síntomas de la epilepsia son: mareos, dificultad para hablar, sensación de desconexión con el entorno, convulsiones, rigidez muscular, etcétera.
Existen dos grandes grupos de crisis epilépticas: las crisis epilépticas focales (o parciales) y las crisis epilépticas generalizadas.
Antes de una crisis
- Síntomas prodrómicos: son sensaciones inespecíficas como cambios de humor, irritabilidad, alteraciones del sueño, del apetito o del comportamiento, desde horas o días antes de las crisis, sobre todo convulsivas.
- Aura epiléptica: es la sensación inmediatamente previa a la crisis. Se aplica a las sensaciones epigástricas o psíquicas como miedo, angustia, malestar indefinible o nerviosismo.
Crisis epilépticas generalizadas: Son aquellas cuyo primer síntoma apreciable depende de la lesión de ambos hemisferios cerebrales. La pérdida de la consciencia ocurre desde el primer momento del ataque y las manifestaciones motoras afectan a las cuatro extremidades.
Crisis generalizadas convulsivas
Crisis tónico-clónicas o “gran mal”: La fase tónica se inicia con la contracción de los músculos en flexión o en extensión. Dura de 10 a 30 segundos. La respiración se interrumpe. El enfermo puede emitir un grito agudo por el espasmo de la laringe y tiene la mandíbula apretada.
Crisis tónicas: Producen un espasmo muscular prolongado. La contracción muscular se incrementa y se extiende progresivamente por el tronco y las extremidades.
Crisis mioclónicas: Son sacudidas musculares breves, como un choque eléctrico. Aparecen espontáneamente o provocadas por estímulos sensitivos o sensoriales (haces de luz intermitente), y facilitadas por la fatiga, el estrés, el alcohol o la falta de sueño.
Crisis atónicas: Se produce una pérdida del tono postural, es decir, los músculos “pierden su fuerza”. Provocan la caída del paciente. Pueden durar desde unos segundos a varios minutos.
Crisis generalizadas no convulsivas
Ausencias típicas o “pequeño mal”: Se manifiestan por una pérdida brusca de consciencia sin pérdida del tono postural. El comienzo y fin de la crisis es brusco. La mayoría dura menos de diez segundos. La crisis se manifiesta como una desconexión del paciente con su entorno.
Ausencias atípicas: Se caracterizan por la pérdida brusca de la consciencia. El comienzo es más gradual y son más prolongadas. El enfermo puede sufrir una inconsciencia parcial y deambular durante las crisis. Suelen ir acompañadas de trastornos del aprendizaje o bajo nivel intelectual.
Crisis epilépticas focales: Son aquellas en las que la descarga se origina en un área relativamente limitada de la corteza cerebral y durante la cual el paciente experimenta una combinación de síntomas y signos motores, sensitivos, sensoriales, psíquicos y vegetativos, de los cuales es parcial o totalmente consciente.
El tratamiento de la epilepsia es principalmente farmacológico.
El tratamiento quirúrgico de la epilepsia se realiza a un paciente portador de una lesión benigna y estática, con el objetivo de librarlo de las crisis.
Los pacientes epilépticos deben tomar dos precauciones fundamentales: abstenerse de consumir alcohol y otras drogas, y mantener un sueño nocturno regular. La mayoría de los enfermos no precisan restricciones en su dieta habitual ni cambios en su régimen de vida. Pueden practicar deportes de forma moderada bajo supervisión.