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El tratamiento mediante la intervención de la prótesis de cadera está indicado en aquellos pacientes que padecen una artrosis muy avanzada, en los que existe una limitación muy importante para caminar o para realizar sus actividades cotidianas.
La intervención consiste en sustituir la articulación dañada por una prótesis de cadera.
Tras un programa de rehabilitación después de la intervención, los pacientes se recuperan y notan la desaparición de los síntomas, pudiendo caminar y realizar una vida prácticamente normal.
El tratamiento de la prótesis de cadera cuando existe un problema en esta articulación requiere una gran experiencia en cuanto al diagnóstico y su realización.
En más del 80% de los casos de las artrosis de cadera es necesario recurrir al reemplazo total de la articulación.
La necesidad de sustituir las prótesis de cadera hacia los 10 ó 15 años después de su colocación es su principal problema. Al cambiarla, hay que poner una más grande y, en cada sustitución, se dispone de menor superficie ósea adecuada para anclar la prótesis. Esto se agrava en pacientes de menos de 65 años, quienes pueden necesitar, al menos, otros dos recambios de esta articulación a lo largo de su vida.
A colocación de una prótesis de cadera es una intervención importante, pero hoy en día se realiza de forma rutinaria y con gran garantía en cuanto a sus resultados».
La artrosis de cadera es más frecuente en personas de edad.
Si se produce en una persona joven, generalmente se debe a que la cadera afectada ha sufrido alguna enfermedad previa: luxación congénita, traumatismo o algún tipo de inflamación o infección.
La articulación de la cadera está formada por la unión entre los huesos de la pelvis y el fémur. En la porción del fémur que se junta con la pelvis, el fémur tiene la forma de una esfera que se denomina cabeza del fémur. Esta esfera del fémur encaja dentro de un hueco que existe en la pelvis, de tal forma que se forma un engranaje perfecto que permite el movimiento del fémur en muchas direcciones.
La cabeza del fémur y el hueco de la pelvis en el que se articula están recubiertos de cartílago, que facilita los movimientos entre los huesos y evita que rocen directamente hueso con hueso. Con los años y por el desgaste progresivo de estos cartílagos, se pierde su grosor y textura y pueden desaparecer. Se pierde así el correcto engranaje entre el fémur y la pelvis, y es lo que produce los síntomas de la artrosis de cadera.
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