El cáncer de ovario es una enfermedad en la cual las células malignas que provocan el tumor se forman en los tejidos de los ovarios o las trompas de Falopio y crecen de forma anómala y se multiplican formando un tumor.
El cáncer ovárico es la primera causa de muerte por cáncer en el aparato reproductor femenino, aunque no es el más frecuente y la sexta causa de fallecimiento por cáncer en la mujer.
Cuando hablamos de cáncer de ovario se pueden distinguir diversos tipos de tumores. A continuación se relacionan algunos de los más comunes: Tumores epiteliales, Germinales, Tumores de los cordones sexuales-estroma, Tumores secundarios.
Los síntomas del cáncer de ovario más frecuentes son:
- Hinchazón abdominal.
- Dolor abdominal.
- Hemorragia vaginal irregular, que aparece fuera del periodo menstrual.
- Estreñimiento, gases, fuerte micción.
- Náuseas y vómitos.
- Pérdida de apetito.
- Disminución o aumento inexplicable de peso.
- Dolor de espalda.
- Síndrome constitucional (cansancio, pérdida de peso…) en tumores con gran crecimiento y que se encuentran en estadios avanzados.
Pueden aparecer complicaciones como: ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal), torsión, rotura, obstrucción intestinal, diseminación del cáncer a otros órganos, infección.
El diagnóstico definitivo del cáncer de ovario se establece mediante el estudio de los tejidos afectados, pero la historia clínica, las técnicas de imagen y los marcadores séricos orientan (muy fielmente en algunos casos) acerca del diagnóstico.
El tratamiento básico o de elección del cáncer de ovario en sus primera etapas es quirúrgico, y suele consistir en una cirugía radical, en la que se extirpan el útero y los ovarios, se explora el peritoneo (y se toman biopsias si hay lesiones sospechosas), se eliminan los ganglios de la zona, y puede ser incluso necesario quitar segmentos intestinales, con el fin de eliminar todas las posibles localizaciones del tumor. En las pacientes jóvenes que deseen tener descendencia, se puede realizar una cirugía más conservadora en algunos casos, que se completaría posteriormente, una vez cumplidos los deseos de descendencia.
En estadios avanzados se extirpa la mayor parte posible del tumor, de manera que lo que quede pueda intentar tratarse tras la cirugía con quimioterapia. Si no hay opción de cirugía se trata con quimioterapia.
La Quimioterapia se emplea en función de los estadios y el éxito de la cirugía, como terapia adyuvante para eliminar las posibles células malignas que hayan sobrevivido a la operación.
El número de ciclos de tratamiento de quimioterapia que recibirá la paciente de cáncer de ovario dependerá de la etapa de su enfermedad en la que se encuentre. En este tipo de cáncer la quimioterapia puede ser administrada en vena (intravenoso o IV) o en el vientre.
Recientemente han incorporado al tratamiento con quimioterapia una terapia antianglogénica con un anticuerpo monoclonal frente a VEGF que mejora significativamente el pronóstico del cáncer de ovario.
En las pacientes tratadas de cáncer de ovario es muy importante hacer revisiones periódicas, que por lo general serán cada tres meses durante los primeros dos años, y posteriormente cada seis meses.
Estas revisiones pueden incluir:
- Examen físico y pélvico.
- Analítica: hematología, bioquímica y marcadores tumorales (Ca 125).
- Pruebas de imagen: ecografía, tomografía computarizada (TAC), una tomografía por emisión de positrones (PET)o resonancia.