La esquizofrenia es una enfermedad psiquiátrica de carácter crónico caracterizada por un conjunto de síntomas, positivos y negativos, que hacen que en cada paciente se manifieste de una forma específica, con un cuadro de signos y síntomas muy determinado.
Debido a la variabilidad entre pacientes, esta enfermedad precisa de un tratamiento y un seguimiento individualizados. En sus inicios fue denominada ‘demencia precoz’, para posteriormente adquirir la denominación que hoy define parcialmente la enfermedad: ‘esquizo’ y ‘frenia’, o mente dividida.
La esquizofrenia es un trastorno psiquiátrico que se manifiesta de forma específica en cada paciente y que precisa un tratamiento individualizado.
La esquizofrenia no está relacionada con situaciones de baja escolarización o traumas infantiles, y desde luego no existen culpables de su aparición.
No existe ningún síntoma totalmente característico de la esquizofrenia, se acepta que presentan alteraciones de la percepción en forma de alucinaciones, de la realidad en forma de delirios, del pensamiento con razonamientos muy débiles, de la motivación y del juicio. También se añade una desorganización del pensamiento y de la conducta. se considera que el paciente psicótico es un sujeto con dificultades en la estructuración del pensamiento y un marcado deterioro de la capacidad para la toma de decisiones, que presenta una gran dificultad para controlar su emotividad y, debido a ello, o junto con ello, déficit en su relación con otras personas.
Los principales factores implicados en la aparición y desarrollo de la esquizofrenia son:
Predisposición genética: la presencia de la enfermedad en los padres o familiares cercanos (tíos, primos, abuelos, etc.) es un factor que incrementa la posibilidad de aparición en los hijos.
Alteraciones durante el embarazo o nacimiento: anoxia (falta de oxígeno en el feto durante el embarazo o el parto), infecciones víricas, traumatismos, etc.
Alteraciones morfológicas, funcionales o bioquímicas en el cerebro: en este apartado juega un papel fundamental el consumo habitual de sustancias tóxicas y la exposición a determinados tóxicos y estresantes ambientales.
Factores familiares y sociales: aunque no están universalmente aceptados, siempre se aluden como posibles elementos influyentes en el desarrollo de la enfermedad o más bien como desencadenantes de brotes.
Incumplimiento del tratamiento una vez diagnosticada la enfermedad: supone un alto riesgo de aparición de recaídas.
En función de los signos y síntomas que predominen en el paciente y de la forma en que estos se manifiesten, la esquizofrenia puede ser de los siguientes tipos:
Paranoide: alteraciones del pensamiento y la percepción, con delirios y alucinaciones. Son frecuentes los delirios de celos o de persecución. El paciente escucha voces irreales que le ordenan. Es el tipo de esquizofrenia más frecuente.
Hebefrénica: alteraciones emocionales con manifestaciones afectivas extrañas e inapropiadas.
- Catatónica: afecta principalmente a la actividad motora habitual del paciente con estupor (disminución de las actividades intelectuales con aire de ausencia o indiferencia) o agitación. Pueden permanecer horas con actitudes rígidas o pasar a un grado de excitación intensa.
- Simple: afecta a la voluntad y la personalidad con retraimiento, ideas pobres y disminución de los impulsos.
- Depresión pos esquizofrénica: es una forma de depresión que sucede a raíz de un brote esquizofrénico, donde pueden permanecer síntomas de éste, pero no ser predominantes.
- Esquizofrenia residual: suele ser equivalente a la fase estable después de haber padecido varios brotes agudos, predominando síntomas negativos como inhibición de la conducta, con deterioro de la imagen en cuanto a higiene o comportamiento social.
- Esquizofrenia indiferenciada: es una forma indiferenciada, pues cumple los criterios de la enfermedad, pero no se distingue ningún subtipo en base a sus síntomas.
Las sintomatologías positiva y negativa no se refieren a síntomas que mejoren o empeoren el pronóstico de la esquizofrenia, ni influyan positiva o negativamente en la vida cotidiana del paciente. Se consideran síntomas positivos de la esquizofrenia al conjunto de signos y síntomas que provocan en el paciente situaciones de excitación, alteraciones de la percepción, conductas delirantes, mientras que síntomas negativos se consideran a aquellos que ocasionan en el esquizofrénico una situación de aplanamiento emocional, escasa o nula comunicación, desconexión del entorno, etc.
Ambos bloques de síntomas de la esquizofrenia son contraproducentes para el paciente y precisan un control para que este pueda llevar una vida adecuada.
Síntomas Positivos:
Son los comportamientos, percepciones e ideas patológicos presentes en el enfermo que no aparecen en la población general. El paciente vive en su nueva y propia realidad (no inventa cosas, sino que tiene una percepción totalmente alterada de la realidad). En este momento el paciente no tiene conciencia de su enfermedad, por lo que no es recomendable un enfrentamiento drástico con él, cuestionando sus ideas. Estos síntomas son:
- Ideas delirantes: el paciente cree que están sucediendo una serie de cosas que realmente no están ocurriendo.
- Alucinaciones sensoriales: alteraciones de la percepción sin un estímulo externo que las ocasiones. Por lo general suelen ser de carácter auditivo (voces, sonidos…), aunque también pueden ser visuales, olfativas… En ocasiones se pueden perpetrar actos violentos hacia los demás o hacia él mismo.
- Conducta extravagante: producto de esas ideas delirantes y alteraciones sensoriales. No suelen tener una finalidad concreta. El paciente puede presentar hiperemotividad, histrionismo, etcétera.
- Pensamiento desorganizado: el paciente no es capaz de ordenar y exponer su pensamiento de forma organizada, lo que se manifiesta en un lenguaje inconexo y con un mensaje errático.
Síntomas Negativos
- Anhedonia: pérdida de interés por aquellas cosas que anteriormente interesaban y gustaban al paciente.
- Apatoabulia: pérdida o ausencia de iniciativa para comenzar tareas o propósitos y llevarlos a cabo.
- Aislamiento social: disminución del interés por actividades sociales y que requieran relaciones con el resto de personas. El paciente tiende a la realización de actividades solitarias.
- Afectividad aplanada: reducción o, en casos graves, ausencia de expresión y respuesta emocional. Se refleja en acciones como mutismo facial (no gesticula con la cara ante estímulos), disminución de los movimientos de carácter espontáneo, ausencia de contacto visual, disminución del mensaje oral y del tono de voz (el paciente mantiene un tono de voz bajo y se expresa con pocas palabras) con lentitud o bloqueo de la conversación, etc.
La esquizofrenia es una enfermedad de tratamiento extremadamente complejo debido a la conjunción de distintos factores que tienen gran influencia sobre su evolución, como son la propia complejidad y severidad del trastorno psicótico, y los componentes biológicos, ambientales y psicosociales.