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Si un hueso se desencaja de la articulación y no vuelve a su posición natural, se produce una dislocación o luxación.

La cadera, la rodilla, el codo, el tobillo y el hombro son algunas de las articulaciones que con más frecuencia sufren luxaciones. El cuerpo humano tiene muchas articulaciones que permiten la movilidad de los miembros, y están formadas por la unión de unos huesos con otros mediante músculos, ligamentos y otros elementos que encajan perfectamente, pero a veces una de estas partes se separa de la otra y no vuelve a su posición natural, es lo que se llama una dislocación o luxación.

En ocasiones puede ser difícil diferenciar una fractura  (que es la rotura de un hueso)  de una luxación. Sin embargo, ambas reciben el mismo tratamiento en primeros auxilios, y recibirán atención especial cuando los servicios sanitarios determinen el tipo de lesión que sufre el paciente.

Tener la zona hinchada y amoratada puede ser síntoma claro de la existencia de una luxación; además, dolor agudo e intenso, sobre todo al intentar mover la articulación o cargar peso; si hay afectación nerviosa, el afectado sentirá sensación de hormigueo y posible parálisis.

Pero en el caso de una dislocación, al ser una lesión más grave, además se observará:

  • Deformación del miembro, que adopta una postura antinatural.
  • Imposibilidad de mover el miembro.
  • Posibles daños graves a los ligamentos, incluso siendo necesario el empleo de cirugía.
  • Mayor probabilidad de futuras luxaciones, ya que los ligamentos se distienden y es más fácil que se vuelva a salir la articulación.

Es importante seguir ciertos pasos que servirán para evitar riesgos innecesarios:

  • Localizar la articulación afectada. Si la víctima sospecha que se ha dañado la espalda, el cuello o la cadera, no moverla. Llamar al número de emergencias y esperar a que acudan, sin abandonar a la víctima en ningún momento.
  • Inmovilizar el miembro en la posición en la que se encontró (sin manipular) con un cabestrillo o una férula improvisada. El objetivo es que el miembro se mueva lo menos posible, pero observando que no quede demasiado ajustado. En el caso de una subluxación, colocar el miembro en una posición anatómica normal e inmovilizar de manera que el paciente esté cómodo.
  • Si existen heridas, antes de inmovilizar el miembro se deben limpiar y cubrir con gasas estériles o paños limpios.
  • Aplicar frío local (hielo, bolsas de agua fría) para reducir la inflamación y el dolor.
  • Dejar la articulación en reposo absoluto.
  • Una vez asegurada la articulación, trasladar al accidentado a un hospital para que se le hagan las pruebas pertinentes y le administren el tratamiento adecuado.

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