Solo se afectan los músculos que podemos controlar, produciéndose debilidad muscular fluctuante y fatiga fácil, que aumentan con la actividad física y mejoran con el descanso.
No se contagia, no es hereditaria, no produce dolor y no afecta a la sensibilidad.
El origen de la miastenia podría estar vinculado con alteraciones en la microbiota intestinal, ya que en un pequeño estudio han encontrado que pacientes con esta condición presentan niveles más altos de bacterias Gram-negativas, como los Bacteroidetes, y menores niveles de otros microorganismos, como las bifidobacterias. Las enfermedades autoinmunes se asocian entre ellas, la miastenia gravis puede hacerlo (5-10%) con: tiroiditis, artritis reumatoide, lupus, enfermedad de Crohn, pénfigo, etc.
La miastenia congénita, poco común, que aunque puede compartir síntomas con la MG autoinmune, es diferente. Está causada por una alteración genética y es hereditaria.
Hay dos grupos o tipos de miastenia gravis clínicamente bien diferenciados, la gravis ocular y la miastenia gravis generalizada:
Miastenia gravis ocular
Supone el 20% de la MG. Siete de cada diez afectados comienzan presentando síntomas oculares; de ellos, el 80% evolucionan a la forma generalizada en 1-3 años. La mitad de este grupo son seronegativos.
Miastenia gravis generalizada
Representa el 80% de los casos. Se afectan músculos oculares, del tronco y extremidades. Incluye otras formas:
- Bulbar: se afectan músculos de la cara, paladar, habla, deglución.
- Respiratoria: afectación muscular respiratoria (la más grave).
- Seronegativa: el 6-12% de los enfermos no presentan anticuerpos contra el receptor de acetilcolina, pero sí se le detecta, al 50% de ellos, anticuerpos anti-musk, lo que indica un peor pronóstico.
- Neonatal transitoria: un 10-20% de recién nacidos de madres miasténicas padecen MG por el paso de los anticuerpos por vía placentaria. Causa llanto débil, dificultad de succión, flacidez muscular. Aparece en 48-72 horas y puede durar hasta 2-3 meses. Es pasajera.
- Inducida por un medicamento: la “penicilamina” (para la artritis reumatoide) puede inducir una miastenia transitoria.
- Remisión espontánea: en el 20% de los casos en sus primeros años de evolución.
La debilidad muscular empeora a lo largo del día, de tal manera que el paciente puede presentar normalidad a primera hora de la mañana y, por ejemplo, no puede elevar el párpado a partir de media tarde. No se trata de cansancio generalizado, sino de incapacidad para movilizar muscularmente la zona afectada:
- Oculares: visión doble (diplopía), borrosa, párpados caídos (ptosis).
- Bulbares: dificultad para hablar (disartria), tragar (disfagia), masticar, voz nasal, pérdida de expresividad, sonrisa vertical, ronquera. Los pacientes suelen notar debilidad durante la masticación, sobre todo con alimentos que pueden implicar mayor actividad de ésta. En casos avanzados pueden notar dificultad para cerrar la boca fuera de los momentos de las comidas incluso. La debilidad para tragar o disfagia es un dato de especial riesgo por el peligro de desviar el alimento a la vía respiratoria y provocar una broncoaspiración.
- Faciales: en este caso suelen ser los familiares quienes notan que el enfermo ha perdido su expresión habitual o su sonrisa, debido a la debilidad de los músculos de la mímica facial.
- Axiales: debilidad en cuello y columna. Suelen presentar el “signo de la cabeza caída» al final del día, provocando dolores de otras zonas musculares debido al esfuerzo de otros músculos por mantener la posición de la cabeza.
- Extremidades: debilidad en brazos y piernas, siendo más frecuente la afectación de los brazos.
- Respiratorios: dificultad para toser, respirar (crisis miasténica). Es una verdadera urgencia por el riesgo vital que entraña.
El paciente con miastenia gravis debe asumir que ya nada será como antes; replantéate tu vida y adáptate a la nueva etapa que te va a tocar vivir.
Convivir con un enfermo de miastenia gravis no es fácil. No le pidas que mantenga el ánimo cuando hay poca energía ni que se esfuerce porque puede estar al límite. Ten paciencia, no le obligues a librar una batalla también con su entorno. Presta ayuda en sus actividades limitadas y anímale a realizar las que le permita su sintomatología. Recuerda que el paciente que sufre miastenia lo único que desea es poder participar de la vida con la máxima normalidad.