La narcolepsia es un trastorno del sueño que se puede manifestar de varias formas, pero especialmente mediante una somnolencia excesiva durante el día que puede derivar en lo que se conocen como ataques de sueño, momentos en los que el deseo de dormir resulta irreprimible para el paciente y que pueden durar pocos minutos, o alargarse a más de una hora. Su causa fundamental se debe a un déficit de hipocretina, que es una sustancia neurotransmisora.

La enfermedad suele comenzar alrededor de los 20-30 años, pero puede aparecer a cualquier edad (incluso en niños), aunque hasta un 50% aparece en la adolescencia y en un 5% antes incluso de la pubertad.

La narcolepsia puede tener graves consecuencias sobre la calidad de vida de los enfermos, ya que interfiere en el desarrollo de sus actividades escolares o laborales, así como en sus relaciones sociales. Los enfermos pueden sufrir accidentes a causa de los ataques de sueño que les pueden sorprender en cualquier momento, en situaciones como conducir o cruzar una calle, por ejemplo. Por este motivo los pacientes no deben realizar tareas que pudieran poner en peligro su vida en el caso de tener una crisis.

El síndrome de la narcolepsia completo incluye cuatro síntomas o manifestaciones:

  • La crisis de sueño diurno: el paciente permanece somnoliento y alertargado durante el día, y presenta varios episodios de sueño, repentino e intenso (ataques). Puede dormir­se a cualquier hora del día, y en cualquier situación, ya que la entrada en el sueño puede ser tan brusca que el paciente no se da cuenta de que se duerme, y esto puede suponer caídas y accidentes. La somnolencia se acentúa lógicamente en los momentos en los que hay más tendencia al sueño, como después de la comida. Tras dormir, aunque sea un rato breve, el paciente suele despertarse descansado y despejado durante un tiempo variable.
  • Crisis de cataplejía: las crisis de cataplejía consisten en una brusca relajación muscular, sin pérdida de conciencia, desencadenada por un estímulo como la risa, emociones intensas como el miedo, el enfado o la alegría, o por realizar movimientos bruscos; pero también pueden ocurrir sin que exista ningún factor desencadenante. El paciente nota que se le caen los párpados, la mandíbula o la cabeza hacia delante, y que se le aflojan los brazos y las piernas, por lo que puede llegar a caer al suelo. Las crisis de cataplejía suelen ser muy breves, de unos segundos, pero pueden durar varios minutos, y suelen darse varias veces al día. Además, pueden afectar a un número limitado de músculos o comprometer la mayor parte de la musculatura corporal. Son muy características de este síndrome.
  • Alucinaciones hipnagógicas: se trata de experiencias muy reales (imágenes y sonidos), con frecuencia aterradoras, que se producen cuando la persona pasa de la vigilia al sueño. El paciente tiene dificultades para distinguir las alucinaciones de lo que es real, por eso resultan tan inquietantes.  Se suelen interrumpir fácilmente tocando a la persona. No son exclusivas de este cuadro, pues pueden verse en un pequeño porcentaje de la población normal.
  • Parálisis del sueño: consiste en la incapacidad para moverse o hablar durante un breve periodo de tiempo al despertar o al quedarse dormido. Puede acompañarse de una sensación de zumbido o presión en los oídos y cede de forma espontánea o gracias a estímulos o ruidos externos. La parálisis del sueño se puede presentar de forma aislada, sin relación con los otros síntomas de la narcolepsia, y se da principalmente en la adolescencia.

Otros síntomas asociados a la narcolepsia, como son:

  • Despertares nocturnos. El sueño nocturno está fragmentado con periodos de vigilia.
  • Fatiga y sensación de cansancio constante.
  • La depresión.
  • Dificultad para concentrarse y memorizar.
  • Sensación de hambre que impulsa a comer sin control, y puede ocasionar sobrepeso.

En la actualidad no existe cura para la narcolepsia, y el tratamiento es sintomático y crónico, con el fin de controlar los síntomas que afectan a la calidad de vida del paciente y condicionan el desarrollo de sus actividades diarias.

El tratamiento de la narcolepsia debe ser individualizado, atendiendo a las características del paciente, ya que la severidad y frecuencia de los síntomas varían significativamente de una persona a otra.

Es recomendable establecer unas normas para controlar los hábitos de sueño, como acostarse y levantarse todos los días a la misma hora, y evitar todos aquellos factores que puedan provocar insomnio (como comer mucho o realizar alguna actividad estresante antes de irse a la cama). Cuando sea posible, y siempre que no interfiera en el descanso nocturno, también puede ayudar dormir siestas breves a lo largo del día, y practicar ejercicio regularmente.

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