La epilepsia trata de una afección neurológica que produce una serie de convulsiones o movimientos corporales incontrolados de forma repetitiva que puede padecer una persona, siendo un trastorno provocado por el aumento de la actividad eléctrica de las neuronas en alguna zona del cerebro. Para considerar epiléptico a alguien, los ataques deben repetirse con cierta continuidad.

La epilepsia tiene su origen en unos cambios breves y repentinos del funcionamiento del cerebro; Dicha afección no es contagiosa ni está causada por ninguna enfermedad o retraso mental.

Muchos casos de epilepsia secundaria a traumatismos se pueden prevenir haciendo uso de los cinturones de seguridad en los vehículos y de cascos en las bicicletas y motos; poniendo a los niños en asientos adecuados para coches y, en general, tomando las medidas de precaución necesarias para evitar traumatismos y daños en la cabeza.

Las convulsiones epilépticas a veces se clasifican de acuerdo a sus características.

Las convulsiones parciales simples  se inician con descargas eléctricas en un área pequeña del cerebro y estas descargas permanecen limitadas a esa zona.  Según la parte afectada del cerebro,  la  persona experimenta  sensaciones anormales, movimientos o aberraciones psíquicas. Por otra parte, las convulsiones jacksonianas, los síntomas se inician en una parte aislada del cuerpo, como la mano o el pie, y luego ascienden por la extremidad al mismo tiempo que la actividad eléctrica se extiende por el cerebro. Las convulsiones parciales complejas (psicomotoras) se inician con un período de uno o dos minutos durante el cual la persona pierde contacto con su entorno. La persona puede tambalearse, realizar movimientos involuntarios y torpes de brazos y piernas, emitir sonidos ininteligibles, no entender lo que los demás expresan y puede resistirse a que le presten ayuda.

Las crisis convulsivas se inician en general con una descarga eléctrica anormal en una pequeña área del cerebro. La descarga se extiende rápidamente a las partes adyacentes del cerebro y causan la disfunción de toda el área. Durante estas crisis convulsivas la persona experimenta una pérdida temporal de consciencia, espasticidad muscular intensa y contracciones en todo el cuerpo, giros forzados de la cabeza hacia un lado, rechinar de dientes (bruxismo) e incontinencia urinaria. Después, puede tener cefalea, confusión temporal y fatigabilidad extrema. Habitualmente la persona no recuerda lo sucedido durante la crisis.

El pequeño mal suele iniciarse en la infancia antes de los 5 años de edad. No produce convulsiones ni los demás síntomas dramáticos de las crisis convulsivas. En cambio, la persona tiene episodios de mirada perdida, pequeñas contracciones de los párpados o contracciones de los músculos faciales que duran de 10 a 30 segundos. La persona está inconsciente, pero no cae al suelo, no se produce colapso ni presenta movimientos espásticos.

La crisis mioclónica se inicia con una sacudida brusca que provoca una caída inmediata del paciente que la sufre. Sólo dura unos pocos segundos. Es parecida a la crisis atónica, en la que la caída se produce por pérdida del tono muscular y de conciencia.

Por otra parte, Los tumores cerebrales se forman cuando las células, a través de la adquisición de mutaciones en el genoma, adquieren la capacidad de invadir los capilares sanguíneos y por tanto viajar por el torrente sanguíneo (o linfático) y alcanzar órganos a distancia.

Las células que están dañadas o que ya no se necesitan mueren para dar paso a las células de reemplazo sanas. Los problemas con el sistema inmunitario del cuerpo pueden llevar a que se presenten tumores.

El cerebro puede estar programado para desarrollarse normalmente, pero puede sufrir lesiones durante el embarazo, el nacimiento o más adelante. Las lesiones pueden deberse a tumores cerebrales, alcoholismo u otras drogas, Alzheimer, meningitis, encefalitis, sida, ciertas alergias, etc., porque todo ello altera el normal funcionamiento del cerebro. Los ataques al corazón, infartos y enfermedades cardiovasculares también influyen en la aparición de un ataque epiléptico porque privan al cerebro de oxígeno.
Actualmente, ha surgido en el Hospital del Mar en España, una nueva técnica para tratar este tipo de enfermedades, a través de ablación láser, es decir quema de tejido dañado.

Con esta técnica se pueden eliminar tumores y focos epilépticos de forma mínimamente invasiva, segura y rápida, con una significativa reducción del tiempo de ingreso de los pacientes después de la intervención.
El procedimiento se inicia con la selección de los pacientes que cumplen los requisitos para poder someterse a esta técnica. Se trata de aquellos que presentan lesiones muy localizadas, sean focos epilépticos o tumores, malignos o benignos. En el caso de pacientes diagnosticados con epilepsia, se pueden tratar casos de hamartomas hipotalámicos, lesiones múltiples, esclerosis tuberosa o displasias cerebrales profundas. También casos de angiomas cavernosos, meningiomas y otras patologías.

La intervención empieza en el quirófano, donde los neurocirujanos practican las incisiones necesarias para introducir en el cráneo del paciente una sonda láser. La inserción se hace con la asistencia del sistema robótico ROSA®. El paciente anestesiado se sitúa en el tubo de resonancia magnética y se confirma con las imágenes que se ha alcanzado el punto a tratar.

Se planifica el objetivo y se inician los pulsos de energía con el sistema láser VISUALASE® que quemará el tejido (ablación).

Las descargas se pueden repetir las veces que se consideren necesarias para garantizar la destrucción del tejido dañado. El trabajo dentro de un entorno magnético añade complejidad para los neurocirujanos y anestesiólogos.

Hay que destacar que el láser permite definir de forma más precisa los márgenes de la zona a tratar y que, al ser una emisión de alta energía, quema y cauteriza el tejido, evitando así sangrados y posibles hemorragias.
Hasta ahora, el equipo ha realizado tres intervenciones en pacientes diagnosticados con epilepsia (2) y con un hamartoma. En los tres casos, el procedimiento se realizó sin problemas y los pacientes recibieron el alta solo 48 horas después de ser tratados. Por contra, las técnicas habituales hacen necesario que los pacientes queden ingresados durante, como mínimo, una semana.

Gracias a ella, se pueden tratar lesiones múltiples en localizaciones diversas, es decir, diferentes focos epilépticos a la vez en caso que al paciente se le detecte más de uno.

La intención del equipo del Hospital del Mar, en España es realizar una decena de intervenciones cada año a pacientes que cumplan los requisitos para poderse someter a este tipo de tratamiento.

Estas y otras innovaciones también son posibles en Pharmamedic.