Con respecto a la embriología, en el laboratorio de reproducción no se ha vivido aún este proceso, pero la industria 4.0 está a punto de formarlo: la tecnología ha llegado a un punto en el cual ese trabajo artesanal y de alta cualificación científica se puede automatizar, de manera que es posible que sobren puestos de trabajo y que los que queden sean sometidos al proceso de descualificación de Bravermann.
En 1974 en “Labor and Monopoly Capital” Harry Bravermann describió lo que conocemos como el proceso de descualificación del trabajo artesanal. Bravermann se refería al trabajo de los obreros, pero su principio es generalizable a todos los entornos donde la tecnología ha modificado los procesos de trabajo. De acuerdo con Bravermann, los trabajadores poseen una cualificación que va más allá de las destrezas o habilidades que requiere el desempeño de un trabajo.
La llegada de la genómica vinculada estrechamente a las tecnologías de la información, así como la madurez de la robótica y la nanotecnología la que puede poner fin a este equilibrio de fuerzas que permite un trabajo cualificado y a la vez artesanal en el laboratorio.
Los costes de la secuenciación genética, de las nanotecnologías y la robótica han caído, de modo que un viejo proyecto de los años 90 como la robotización de la inyección intracitoplasmática o ICSI es ya posible. Tampoco es ya ciencia ficción la vitrificación o congelación automática de óvulos, por ejemplo, para la preservación de la fertilidad.
El embriólogo se dedica a la selección de embriones según su morfología y otros factores, algoritmos como el desarrollado por Auxogyn en Eeva permiten una predicción muy fiable de la viabilidad de los embriones.
Asimismo, la combinación de tecnología robótica y microfluidos permite el análisis y monitorización de la salud de los embriones, identificar metabolitos y otros biomarcadores, medir el consumo de oxígeno o emplear microfluidos para control de flujo de bombas y válvulas.
Se espera que para el período 2020 y 2025 estas tecnologías puedan automatizar el manejo de líquidos mover pequeños volúmenes a voluntad de forma horizontal, facilitar la punción de folículos asistida por ordenador, permitir la colocación y movimiento seguro de óvulos o detectar el movimiento flagelar de espermatozoides.
Para el año 201, un equipo japonés en el género animal ya se han conseguido desarrollar, la gestación artificial de una cabra.
No obstante, en todas las industrias y en todos los sectores se han producido fuertes automatizaciones desde la Revolución Industrial y el laboratorio de reproducción asistida no es una excepción. Ahora la tecnología está madura porque las compañías tecnológicas, biotecnológicas y farmacéuticas han invertido en ella. Esto supondrá para los embriólogos una pérdida de empleo. Los que permanezcan en sus puestos de trabajo poco a poco irán perdiendo cualificación y realizarán tareas cada vez más rutinarias, al igual que ha sucedido en otras industrias.
Es probable que en los próximos 10 años se vea un mayor uso de tecnologías como Internet de las Cosas e Inteligencia Artificial en esta área.
La industria 4.0 está cambiando la manera en que se realizan muchas cosas actualmente. Con ayuda de tecnologías en la nube, big data, Internet de las Cosas (IoT) e Inteligencia Artificial (IA), se están automatizando procesos y reduciendo costos operativos.
El sector salud no queda exento de esta revolución industrial, pues técnicas como la telemedicina buscan romper las barreras que enfrentan decenas de países con escasez de personal médico.
Actualmente ya se vislumbran las primeras innovaciones de este tipo, como el uso de IA para la búsqueda de alteraciones moleculares.
Se espera que en la próxima década se efectúe una mayor apertura y adopción de tecnologías IoT. Según la consultora Mckensey & Co, el uso de Internet de las Cosas en el sector salud permitirá un ahorro de USD$63 mil millones, a nivel mundial, en costos y gastos médicos durante los próximos quince años.
Estas y otras innovaciones también son posibles en Pharmamedic.