Tenemos que tener claro que los niños son niños y como tal van a chillar en diferentes ámbitos de su día a día, ya sea realizando actividades deportivas, en el recreo del colegio, jugando en el parque, o porque se enfadan, montan rabietas, lloran y se congestionan; pero si tienen un buen patrón pueden seguir chillando por desagradable que nos parezca sin llegar a hacerse daño en las cuerdas vocales.
Es importante que a la hora de hablar enseñemos a nuestros hijos desde que son bien pequeños buenos hábitos vocales, tan sencillos y prácticos como un buen patrón respiratorio, una postura adecuada, una correcta coordinación entre la respiración y la fonación, y evitar tensión en la zona del cuello, ya que todo esto influye directamente en la calidad de la voz.
Sea debido a malos hábitos o bien como consecuencia de algún proceso catarral o alguna otra enfermedad. Empezaremos por diferenciar correctamente dos términos de los que normalmente hacemos mal uso; afonía y disfonía. El prefijo ‘a’ indica una pérdida total, en este caso de la voz, y ‘dis’ un mal funcionamiento. Por eso cuando decimos “estoy afónico” por tener la voz ronca, realmente deberíamos decir que “estoy disfónico”.
Las patologías de voz más comunes en niños son las disfonías funcionales y orgánicas, cuya diferencia es que, en el primer caso, se deben a un mal funcionamiento de los aparatos fonadores, mientras que el segundo tipo de disfonías se dan cuando se producen por una causa orgánica, como un nódulo, un pólipo o un quiste.
En el caso de las disfonías orgánicas en niños, si se localizan a tiempo mediante el profesional en otorrinolaringología, con una buena rehabilitación foniátrica impartida por logopedas, siempre que estén especializados, pueden llegar a corregirse y desaparecer sin necesidad de intervención quirúrgica.
Con unos buenos patrones y hábitos vocales adecuados podremos ayudar a nuestros pequeños a corregir estos problemas de voz, y lo acompañaremos con diversos ejercicios que le ayudarán a rehabilitar su voz si ha tenido alguna de estas patologías, o bien aprender a utilizarla correctamente y evitar sobreesfuerzos.
Un buen patrón respiratorio es aquel en el que inspiramos por la nariz y expulsamos el aire mientras hablamos sin realizar tensión. Hay que evitar esa tensión innecesaria, ya que el aire que usamos para hablar lo impulsamos desde nuestro diafragma.
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