La artritis reumatoide no tiene en el momento actual un tratamiento curativo, lo que no significa que no exista tratamiento alguno.
De hecho, existen tratamientos que permiten controlar la enfermedad en un porcentaje apreciable de personas. Es importante señalar que la colaboración entre el médico y el enfermo es fundamental para el control de la artritis reumatoide. El primer síntoma de artritis reumatoide, y que refieren los pacientes con mayor frecuencia, es el dolor en pequeñas y grandes articulaciones. El inicio es gradual o insidioso, con progresión de los síntomas y adición de nuevas articulaciones; el curso es crónico. El dolor es consecuencia de la inflamación de las articulaciones, que con frecuencia se aprecia a simple vista en personas que padecen artritis reumatoide. Las articulaciones más comúnmente dañadas son las muñecas, los nudillos, las articulaciones de los dedos, donde cabe destacar que no suele afectar a articulaciones interfalángicas distales (articulación más cercana al extremo de los dedos), los hombros, los codos, las caderas, las rodillas, los tobillos y los dedos de los pies, seguidas de la cadera y las articulaciones temporomandibulares. El dolor de cuello también puede estar originado por la artritis reumatoide y, por tanto, debe ser valorado por el médico.
Aunque no se puede prevenir, seguir algunas recomendaciones puede aliviar los síntomas de la artritis reumatoide.
- Hay que evitar en lo posible una vida agitada con una gran actividad física o con estrés psíquico. Conviene dormir una media de 8-10 horas nocturnas. Es bueno comenzar el día con un buen baño de agua caliente que contribuirá a disminuir la rigidez o el agarrotamiento articular matutino.
- En cuanto al trabajo, si es posible evitar, actividades que precisen esfuerzos físicos, obliguen a estar mucho tiempo de pie, o necesiten de movimientos repetitivos, sobre todo con las manos.
- En el trabajo doméstico hay que evitar hacer fuerza con las manos, como abrir tapaderas, retorcer ropa, presionar fregonas, etc. En algunas ortopedias se encuentran utensilios de gran ayuda para las tareas domésticas.
- Si quieres hacer deporte, es conveniente montar en bicicleta sobre llano, nadar o pasear.
- Durante el reposo es importante mantener una postura adecuada, las articulaciones no deben permanecer dobladas, hay que procurar tener los brazos y las piernas estirados. Es recomendable poner una tabla bajo el colchón y utilizar una almohada baja.
- La obesidad supone, obviamente, una carga adicional para las articulaciones de caderas, rodillas y pies, por eso es aconsejable evitar el sobrepeso.
- En cuanto al cuidado de las articulaciones, una articulación inflamada debe ser mantenida en reposo, la sobreutilización de la misma puede favorecer que se produzcan daños irreversibles en los huesos que forman la articulación.
- Una vez que la inflamación ha pasado, se pueden realizar ejercicios que preserven el movimiento. Sin embargo, incluso durante la inflamación articular, es muy conveniente mantener una buena musculatura en torno a la articulación inflamada, pero sin mover la articulación. Es útil aprender a contraer los músculos situados alrededor de una determinada zona inflamada. Para ello se pueden realizar los denominados ejercicios “isométricos”, que sirven para fortalecer músculos y huesos.
- Mantener contracciones musculares de 20 segundos de duración, 10 veces al día, proporciona un adecuado tono muscular. El uso de dispositivos que mantienen la posición correcta de los dedos de las manos (férulas) durante la noche, aunque resulta algo incómodo inicialmente, previene deformidades futuras.
- Hay que prevenir las infecciones en los pacientes con artritis reumatoide. Entre otras medidas, es recomendable aplicar las vacunas habituales, nunca con microorganismos atenuados si está en tratamiento inmunosupresor, evitar el contacto con enfermos tuberculosos, y hacer profilaxis con isoniazida cuando corresponda, así como mantener una higiene dental escrupulosa.
- Es aconsejable eliminar el consumo de tabaco para todos los pacientes con artritis reumatoide.
- La Sociedad Española de Reumatología pone a disposición de los pacientes una Guía para aprender a convivir con la artritis reumatoide, con consejos útiles, recursos y cuidados para el día a día.
- Para el tratamiento de la artritis reumatoide se requiere un enfoque multidisciplinar; es precisa una relación constante entre fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, podólogos, servicios sociales y cirujanos para estar al día de los progresos del paciente y de los nuevos desarrollos terapéuticos.
Los medicamentos que se utilizan para la artritis reumatoide tienen efectos secundarios, por tanto, cualquier tratamiento a aplicar implica la necesidad de considerar que es mayor el beneficio que el riesgo.
Además, el carácter variable de la enfermedad obliga a reajustar el tratamiento en un mismo paciente. Al final será el enfermo quien decidirá si asume el tratamiento después de disponer de toda la información posible. Las articulaciones más comúnmente dañadas son las muñecas, los nudillos, las articulaciones de los dedos, donde cabe destacar que no suele afectar a articulaciones interfalángicas distales (articulación más cercana al extremo de los dedos), los hombros, los codos, las caderas, las rodillas, los tobillos y los dedos de los pies, seguidas de la cadera y las articulaciones temporomandibulares. El dolor de cuello también puede estar originado por la artritis reumatoide y, por tanto, debe ser valorado por el médico.
El tratamiento de la artritis reumatoide se puede clasificar en varios grupos:
- Un grupo engloba los medicamentos que se encargan de aliviar el dolor y la inflamación a corto plazo; estos son útiles para disminuir la inflamación y sobrellevar el dolor del “día a día”, pero no intervienen en la evolución de la enfermedad a largo plazo. En este grupo se incluyen los antiinflamatorios y los corticoides.
- Otro gran grupo incluye fármacos que no sirven para el dolor en un momento determinado; si no que actúan haciendo que sea menor la actividad de la enfermedad a largo plazo, es decir, retrasan la progresión de la enfermedad. Son los llamados fármacos modificadores de la enfermedad (FAME); estos fármacos pueden no ser eficaces en el 100% de los enfermos, y esto hace que el médico tenga que prescribir varios de forma secuencial hasta encontrar aquel que sea más eficaz y mejor tolerado. Hay que tener en cuenta que son fármacos de acción lenta y tardan en hacer efecto semanas, e incluso meses. Los más representativos de este grupo son el Metotrexato y Leflunomida, siendo muy eficaces y rápidos en su actuación. Otros como sales de oro, cloroquina, sulfasalacina, ciclosporina.
La deformidad de los dedos frecuentemente referida como en “cuello de cisne” y en “ojal” se presenta tarde en el curso de la artritis reumatoide, y es característica de la enfermedad crónica; normalmente no se observa en la presentación inicial, donde los signos de sinovitis y de daño articular son sutiles.
También se producen otros síntomas extra-articulares asociados, que son alteraciones de la enfermedad a otros niveles, estos son:
- Adelgazamiento.
- Astenia o cansancio.
- Fiebre inexplicable.
- Xerostomía, es decir, sequedad de boca.
- Xeroftalmia o sequedad en los ojos, sensación de arenilla y ojos rojos.
- Bultos en la piel llamados nódulos subcutáneos, que son característicos de la artritis reumatoide, aunque no son exclusivos de ella, ya que en ocasiones aparecen en otras enfermedades.
- Debilidad muscular.
- Dolor de cuello intenso y persistente.
- Hormigueo en manos o pies.
- Ronquera mantenida sin notar catarro.
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