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La sacralgia es la aparición de molestias en la zona baja de la espalda.

Normalmente proviene de la articulación sacroilíaca, que une el hueso de la cadera con la zona baja de la columna vertebral, llamada hueso sacro.

El tratamiento de la sacralgia se basa en terapias fisioterapéuticas y medicamentosas del dolor. En el caso de que la sacralgia sea un síntoma acompañante de otra enfermedad es importante tratar ésta también.

Si la sacralgia es infecciosa, se puede hacer un tratamiento a base de antibióticos (tetraciclina para infección por clamidias para evitar que derive en una sacralgia crónica como en el síndrome de Reiter).

Si la causa en una enfermedad reumática, se emplean esteroides (por ejemplo, cortisona) y antirreumáticos no esteroideos que actúan contra la inflamación.

En el caso de una sacralgia degenerativa, junto a fisioterapia y los medicamentos contra el dolor se tomará calcio, vitamina D y eventualmente calcitonina, igual que en el tratamiento de la osteoporosis.

Si estamos ante un dolor muy agudo se puede inyectar un anestésico local para reducir la molestia y recuperar movilidad.

Si el origen son tumores hay que tratarlo lo más acertadamente posible. Los medicamentos mitigan el dolor. Las sacralgias producidas por metástasis se pueden tratar con bifosfonato. Los agentes activos aíslan la degradación ósea y refuerzan el hueso gracias a la acción del calcio. Este efecto se puede apoyar con calcio y vitamina D, igual que en el tratamiento de la osteoporosis.

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