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El sarampión constituye erupciones cutáneas clásicas que se presentan en la infancia.

El sarampión es una enfermedad vírica aguda causada por un paramixovirus del género Morbillivirus. Este virus tiene la capacidad de romper la membrana de las células (lisis celular) y provocar la fusión de las mismas, formando células gigantes multinucleadas; como resultado, el virus pasa de una célula a otra.

Se manifiesta por tos, fiebre, exantema, y un característico enantema a nivel de la mucosa oral conocido como “signo de Koplik”.

Las manchas de Koplik son uno de los síntomas característicos del sarampión.

El virus del sarampión es muy contagioso y se transmite de una persona a otra por inhalación del agente contenido en las gotitas que se expulsan al hablar, toser o estornudar (gotas de Pflügge), o por contacto directo con secreciones nasofaríngeas o artículos contaminados recientemente. La replicación local del virus en las vías respiratorias precede a la diseminación del mismo por el sistema linfático, infectando la conjuntiva, las vías respiratorias, el aparato urinario, pequeños vasos sanguíneos, el sistema linfático y el sistema nervioso central.

El desarrollo de programas eficaces de vacunación ha convertido el sarampión en una enfermedad poco frecuente. Generalmente las epidemias tienden a aparecer en ciclos de uno a tres años. Muchos casos ocurren en niños en edad preescolar, que no se han vacunado y viven en áreas urbanas.

La vacuna del sarampión se administra en bebés de un año. La vacuna del sarampión, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como «segura y eficaz», se administra en dos dosis junto a las vacunas de otras dos enfermedades víricas, la rubéola y las paperas (parotiditis), y se conoce como la vacuna triple vírica. Consiste en la introducción de los gérmenes vivos pero atenuados, es decir, no producen la enfermedad, pero permiten al organismo de los niños producir defensas (anticuerpos) frente a estas enfermedades, evitando así que las padezcan en un futuro.

La vacuna del sarampión no debe ser administrada a mujeres embarazadas, ni a personas con alteraciones inmunológicas.

Si existe una enfermedad aguda severa o fiebre alta, la vacuna triple vírica no debe ser administrada.

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