El citomegalovirus (CMV) es un virus del grupo herpes que afecta a los humanos. Puede provocar graves problemas de salud a las personas con un sistema inmune débil y a los bebés de mujeres que se infecten durante el embarazo. El mayor problema del citomegalovirus en la edad adulta es que produce cuadros clínicos graves en las personas con inmunodeficiencia (sistema inmune débil) como los trasplantados o los que tienen infección por VIH sin tratamiento antirretroviral.
Este virus se puede transmitir por diversas vías porque se excreta por la orina, la saliva, las secreciones vaginales, el semen y la leche materna. El contagio se suele producir por contacto directo de una persona con los fluidos de un infectado, y la transmisión se puede producir de madre a hijo en el embarazo, durante el parto o por la lactancia materna.
El virus se introduce en las personas por la mucosa respiratoria o el tracto genitourinario. También si se tocan restos de saliva de un infectado y luego se lleva la mano a la boca. En el feto el virus entra por la sangre. Aunque se producen anticuerpos contra el virus y los linfocitos luchan contra él, en las personas con inmunodeficiencia y los fetos esta respuesta no suele ser suficiente para controlar la infección.
En caso de haber síntomas de infección por citomegalovirus, El dolor de garganta, la inflamación de la lengua y el aumento de tamaño de los ganglios del cuello son más leves que en las mononucleosis del VEB. El signo más típico es la fiebre y el aumento de las transaminasas del hígado en la analítica.
Aunque el bebé no presente síntomas de infección por citomegalovirus al nacer, puede experimentarlos a largo plazo. Por ejemplo, puede aparecer alteración de la audición, retraso del crecimiento intrauterino, encefalitis y la microcefalia.
Las embarazadas y sus hijos el peligro del CMV está en la infección congénita, porque implica la posibilidad de que el niño tenga graves secuelas que le condicionan para toda su vida.
La primoinfección por CMV durante el embarazo se estima que afecta al 1-7% de las embarazadas.
No existen vacunas para el CMV, ni una forma eficaz al 100% para evitar la infección.
Las malas condiciones sociales y económicas casi todos los niños se han infectado antes de llegar a la adolescencia porque la falta de higiene y las condiciones de hacinamiento favorecen la transmisión entre las personas.
La correcta higiene de manos es la medida más importante para evitar la infección. Especialmente, si se trabaja con grupos de niños, y tras la manipulación de pañales o juguetes, o después de limpiarles los mocos.
En estos casos, tampoco se deben compartir utensilios tipo tazas, cubiertos o platos con niños o familiares con el virus.
Igualmente, si se convive con una persona infectada se deben evitar los besos y el contacto sexual.
No se recomienda realizar cribado de las embarazadas en el momento actual, pero sí se debe estudiar la inmunidad para el CMV de las personas con infección por VIH o aquellas que vayan a recibir un trasplante.
En cuanto al tratamiento para la infección congénita, se debe utilizar el fármaco ganciclovir, que se administra por vía intravenosa. La otra opción es el valganciclovir, que es de administración oral. Estos fármacos se deben administrar al menos durante seis semanas, y con esto se pueden reducir las secuelas a largo plazo.
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