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La miopía no está considerada como una enfermedad, sino como una alteración de la visión.

Es una alteración refractaria del ojo debido a la cual este es incapaz de enfocar correctamente los objetos lejanos, provocando que el sujeto tenga una visión borrosa y poco definida de las formas de los mismos.

La miopía se transmite de los padres miopes a sus hijos, aunque también puede afectar a personas sin antecedentes familiares.

Además de gafas y lentes de contacto, existen otros medios para corregir este defecto visual.

En el proceso de visión normal, los rayos de luz que penetran en el ojo sufren un proceso de refracción a través de la córnea y el cristalino. En este proceso, los rayos son enfocados exactamente en la retina, lo que provoca la visión nítida y la perfecta percepción del objeto.

Sin embargo, en el ojo miope, el proceso de refracción se encuentra alterado, lo que provoca que la luz se enfoque justo delante de la retina. Cuanto más alejado de la retina sea el proceso de enfoque respecto de la retina, mayor dificultad existe de percepción de la imagen (más dioptrías). Esto es debido principalmente a dos posibles causas:

  • Que la córnea esté demasiado curvada.
  • Que el globo ocular sea demasiado grande.

Los síntomas típicos de la miopía son:

  • Dificultad para distinguir los objetos por tener una visión borrosa de los mismos; al entornar los ojos (“achinar” los ojos) los detalles se aprecian con mayor nitidez.
  • Cansancio ocular intenso con rojez.
  • Dolores de cabeza.

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