Una dieta saludable o equilibrada es aquella que contiene la proporción de alimentos necesaria para la correcta obtención de nutrientes.
El aporte calórico proveniente de estos alimentos ha de ser en un 50-55% por los hidratos de carbono, en un 30-35% por las grasas y en un 10-15% por las proteínas. Las vitaminas y los minerales se han de ajustar a las características de cada persona, dependiendo, entre otras cosas, de su sexo y edad. Se aconseja ingerir el 25% de las calorías diarias en el desayuno, el 30-40% en la comida, el 10-15% en la merienda y el 20-30% en la cena lo más adecuado siempre es acudir a un especialista para que evalúe cuánto peso hemos de perder y elabore una dieta equilibrada y adecuada a nuestras necesidades. Hay que tener la máxima prevención con las llamadas dietas milagro.
Perder peso nunca debería significar pasar hambre. Normalmente, hacer ejercicio y controlar las calorías que se ingieren suelen bastar. A continuación detallamos algunos consejos que le ayudarán si quiere llegar a su peso ideal:
- Sea constante y no se deje llevar por caprichos, como dulces, alimentos ricos en grasas y bebidas alcohólicas.
- No existen milagros, simplemente debe seguir una alimentación rica en frutas y verduras, y evitar el exceso de grasas y azúcares.
- Haga ejercicio al menos dos horas a la semana. No hay mejor manera de eliminar las calorías que quemarlas.
- Recuerde que ha de buscar su peso ideal, nunca bajarlo y llegar a una delgadez extrema.
- Antes de comenzar una dieta por su cuenta, consulte con el especialista.
Una dieta para adelgazar debe ser siempre prescrita y supervisada por un médico, preferiblemente endocrinólogo.
Dieta de Atkins
La dieta consiste en comer esencialmente proteínas y grasas evitando los hidratos de carbono. En esta dieta se debe ingerir un 90% de proteínas, carnes de todo tipo (blanco o rojo), pescado, marisco, huevos, queso, aceite, nata, manteca, mantequillas. Sólo se puede ingerir un 10% de hidratos en forma de verduras y hortalizas. Hay que evitar las pastas, cereales, pan, arroz, patatas, frutas, legumbres, harinas, azúcar, miel y bebidas alcohólicas. Se pueden tomar, aunque en pequeñas cantidades lácteos (leche y yogur), verduras farináceas (calabacín, zanahoria, berenjenas…). Es importante tener en cuenta que con esta dieta pueden darse carencias de vitaminas (ya que no se toma fruta), y la degradación de las proteínas produce sustancias tóxicas que pueden dañar las funciones hepática y renal.
Dieta de la alcachofa
Se considera una dieta adelgazante y depurativa, ya que combina el efecto diurético, el efecto saciante y la eliminación de toxinas y grasa. Aunque se quiera perder peso de manera rápida, no es aconsejable realizarla durante más de cuatro semanas seguidas. Se basa en un menú hipocalórico y zumo de alcachofas, que ayuda a degradar y quemar las grasas acelerando el metabolismo de los lípidos. Elimina líquido, ayuda a disminuir la sensación de hambre y aporta muy pocas calorías. Permite adelgazar 3-4 kg en una semana.
Vegetarianas
Las dietas vegetarianas son populares porque ayudan a eliminar toxinas y a perder peso, además de aportar las vitaminas, los minerales y la fibra necesarios para nuestra salud. Tanto las frutas como las verduras son alimentos bajos en calorías, por lo que en este tipo de dietas se pueden consumir todo tipo de verduras frescas o congeladas, cocinadas al gusto (hervidas, crudas, asadas o al vapor), pero huyendo de los fritos. La carencia de proteínas se suele suplir en las dietas vegetarianas con suplementos o con alimentos como el queso y los huevos (en este caso, sería una dieta ovolactovegetariana).
Higienistas
El higienismo, como corriente naturópata, se fundamenta en que los alimentos deben estar cultivados de un modo saludable para nosotros y para el medio ambiente, prescindiendo de productos químicos, aditivos, etc. En las dietas higienistas, en general, los alimentos deben consumirse crudos a fin de mantener todas sus propiedades. Además, en este tipo de dietas se establece la combinación de alimentos o dieta disociada y por ello no se mezclan proteínas (carne, pescado, legumbres, lácteos, etc.) con hidratos de carbono (avena, arroz, trigo, centeno, cebada, maíz, pasta, pan, patata, etc.). Esta teoría se basa en la capacidad del aparato digestivo de absorber determinadas sustancias según el tipo de combinación. Defiende que, si se mezclan en una misma comida alimentos proteicos con hidratos de carbono, no se digieren ni se asimilan porque las proteínas necesitan un medio ácido para su digestión mientras que los hidratos de carbono necesitan un medio alcalino.
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